En Colombia el uso de las evaluaciones estandarizadas ha condicionado los procesos educativos. Los directores escolares, estudiantes y docentes en general reconocen la subordinación de la práctica educativa ante las pruebas externas establecidas por el Gobierno colombiano. Esta situación está siendo asumida de manera sumisa, sin una clara postura crítica, lo que a su vez podría estar generando efectos contraproducentes en las niñas, niños y jóvenes estudiantes colombianos. El presente ensayo es un análisis crítico a partir de los postulados educativos de Paulo Freire. Entender la evaluación estandarizada como una práctica educativa que devela determinado tipo de relaciones del hombre consigo mismo y con el mundo, ya sea al interior de una concepción «bancaria» de la educación como una tentativa sectaria que antepone a la construcción activa del conocimiento, el acto pasivo de transferir informaciones. Esto convierte a la evaluación en una práctica deshumanizante, toda vez que domestica al ser humano, configurándose de esta manera en un acto de violencia. De esta manera se podría llegar a sugerirse que la evaluación debe convertirse en un espacio de encuentro entre sujetos cognoscentes que interactúen, a través del diálogo, mediados por un objeto cognoscible. Pretendiendo así, una visión más humana y democrática de la evaluación.
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